Café: una bebida con historia

La historia del café es fascinante. Las leyendas tejidas alrededor del café son innumerables y, como suele suceder en este género de relato, fantasía y sueño se confunden con la realidad. Leyendas y realidades se entremezclan intentando explicar el origen de su consumo, los intereses económicos que movieron su cultivo, las connotaciones religiosas que le rodearon así como su apasionante viaje por el mundo.

Habría que remontarse en el tiempo para conocer a ciencia cierta en qué época fue descubierto el café. Un hecho es casi seguro, es originario de la Alta Etiopía, quizás de la región de Kaffa, de donde podría venir su nombre. Esta hipótesis no convence a todos. Muchos la consideran simplista, sobre todo porque en Abisinia le llamaban bunn que no se asemeja en nada a las diversas apelaciones que le dieron los árabes y los turcos: qahuah, cahuah, o bien, kaweh.

A propósito del origen de la palaba, Jean de la Roque anota en su libro Voyage de l´Arabie heurese (1716):

“En primer lugar, para establecer la etimología de la voz café se nos dice que viene de cahueh, tal como la pronuncian los turcos: con v consonante. Mas es lo mismo que el cahouah de los árabes, quienes no articulan la v consonante, como los turcos o como nosotros, sino como la u vocal de los italianos; así, mediante la substitución de la letra y una pronunciación ligeramene diferente de aquelos de los Orientales, hemos formado la palabra café a partir del término turco cahveh, que a su vez procede de cahouah, vocablo de origen árabe.” Y agrega:

Cahouah es el infinitivo de un verbo que significa sentir repugnancia al comer o inapetencia; es, asimismo, uno de los varios nombres que los árabes atribuyen al vino, en virtud de la riqueza de su idioma: en efecto, el vino bebido en exceso, descompone el estómago y suprime el apetito”.

Bendición de los dioses para unos, brebaje diabólico para otros, la historia del café resulta tremendamente trepidante. Era solo el comienzo de lo que se convertiría en bebida universal de ricos y pobres, sin distinción de razas, de religión, de edad o de cultura.

De dónde viene el café

Abisinia y Etiopía, en la cabecera del Nilo y en parte Yemen, son lugares que se disputan el origen del café. Sin tener en cuenta las innumerables leyendas que surgen entorno a esta semilla que se remontan hasta el siglo IX, no hay constancia histórica escrita de este producto antes del siglo XIII. En el siglo XIV ya se cultivaba en Yemen y no fue hasta casi 300 años después, en el siglo XVII, cuando traspasó el territorio.

 

Se cree que fue el maestro muftí Ali ben Omar al Shadili, conocido como “el santo de Moka” quien pudo introducir el café en el Yemen procedente de Etiopía. Sin embargo, unas excavaciones arqueológicas descubrieron granos de café cerca de Dubai que pertenecen al siglo XII, procedentes probablemente del Yemen.

¿Sabías que el café no solo se tomaba como lo conocemos ahora? Antiguamente también se masticaba la pulpa o incluso los pro
pios granos verdes.

En algunos casos se fermentaba la pulpa dando lugar a una bebida ligeramente alcohólica. Ésta fue la causa por la que en determinadas épocas, el consumo de café estuvo prohibido en los países árabes, por considerarse una bebida alcohólica, llegando a denominarse “vino de Arabia”. En Etiopía se bebía el qishr, una especie de infusión que se hacía con la piel y pulpa de las cerezas, ligeramente tostadas, pero sin los granos de café.

En 1616 holandeses consiguieron llevarse algunos granos de cafeto a Holanda y allí los cultivaron en invernaderos.

Los holandeses empezaron también a cultivar café en Malabar, en la India, y en 1699 llevaron alguno a Batavia, en Java, en lo que es ahora Indonesia. Años más tarde, las colonias holandesas se convirtieron en la principal fuente de suministro de café a Europa. Hoy en día Indonesia es el cuarto exportador de café del mundo.

La primera referencia de que se tomaba café en Norteamérica data de 1668. Fue en el decenio de 1720 cuando se empezó a cultivar por primera vez en las Américas. Sin embargo, fueron los holandeses los primeros que empezaron a propagar el cafeto en América Central y del Sur, donde hoy en día reina sin rival como el principal cultivo con fines comerciales del continente.

El café llegó primero a la colonia holandesa de Surinam en 1718, y después se plantaron cafetales en la Guyana francesa y el primero de muchos en Brasil, en Pará. En 1730 los británicos llevaron el café a Jamaica, donde hoy en día se cultiva el café más famoso y caro del mundo, en las Blue Mountains.

 Hoy su aroma es popular en todo el mundo

Hoy en día, esta deliciosa bebida se la puede encontrar en todas partes del mundo, incluso en países con poca tradición en su consumo, como Japón.

Cabe señalar la importancia del café en la economía mundial. Éste es uno de los productos primarios más valiosos, fuente de divisas para los países en desarrollo. El cultivo, procesamiento, comercio, transporte y comercialización del café proporciona empleo a millones de personas en todo el mundo.

En lo que refiere al grano de café, éste se utiliza principalmente para preparar una infusión natural que se produce a partir de las semillas del cafeto, un arbusto que crece en zonas tropicales como Brasil, Colombia, Vietnam e Indonesia. 

Por las características del suelo donde se cultiva, la mayor parte de las cosechas de los frutos del café se hacen a mano, sin utilización de maquinarias. Luego de la cosecha se descartan los frutos en mal estado y se realiza el secado al sol o el lavado, según el método de producción elegido para extraer los granos.

Posteriormente, en el tostado es cuando los granos adquieren su sabor, aroma y color característicos. También, algunos granos de menor calidad, pueden ser sometidos al torrado (tostado con azúcar) y aprovechados para su consumo.

El café está incluido dentro del grupo de los alimentos estimulantes, el principal compuesto responsable es la cafeína, y su principal acción se produce en el sistema nervioso central; no obstante, hoy en día se le atribuyen otros efectos beneficiosos, principalmente como antioxidante debido a su contenido en ácido clorogénico y ácido cafeico. Cabe destacar que la cafeína no se acumula en el cuerpo, por lo que sus efectos son transitorios y de corta duración en el organismo.

A pesar de sus potenciales beneficios, se debe tener precaución en su consumo en personas que padecen de hipertensión arterial, durante el embarazo y la lactancia, y ante determinados problemas gástricos.

Se recomienda no superar la ingesta de más de 300 miligramos (mg) de cafeína al día para la mayoría de los adultos sanos. Esa es aproximadamente la cantidad de cafeína que hay en 3 o 4 tazas de café, pero también se debe tener presente que otros alimentos como bebidas colas, bebidas energizantes, el té, el mate y el chocolate también contienen cafeína.

Su consumo excesivo puede ocasionar dolor de cabeza, insomnio, nerviosismo, irritabilidad, micción frecuente o incapacidad para controlarla, taquicardia y temblores musculares. En este sentido, para aquellos que son amantes del café, el café descafeinado puede ser una buena opción a escoger para evitar estos efectos sobre el cuerpo.

En el caso del café negro, es mejor elegír siempre los cafés tostados sobre los torrados para encontrarse con el verdadero sabor del grano de café; y para disfrutar más de su verdadero aroma y sabor tomarlo  sin azúcar.

Cafeterías icónicas que marcaron época en la historia del café

Reconocido y apreciado en todo el mundo, el café, antiguamente esta delicia estaba reservada a las élites de la sociedad, pero a día de hoy es uno de los productos más habituales en la cesta de la compra. Al tener tanto éxito, empezaron a aparecer cafeterías por todo el mundo. Su intención era ser un espacio exclusivo para degustar el café, donde compartir entre los adeptos a esta bebida.

A día de hoy aún es posible encontrar alguna de estas cafeterías, que perviven en el tiempo, un lugar de encuentro entre amigos, artistas y políticos. Muchas de ellas se funden con la historia de las propias ciudades.

  • La Procope, París

Inaugurada en 1686, es la cafetería en funcionamiento más antigua y enigmática de la capital francesa. Ha sido un espacio muy buscado por la comunidad política, artística y literaria de París, era frecuentada por reconocidas personalidades, desde Napoleón Bonaparte y Jean-Jacques Rosseau a Diderot y Verlaine.

  • Florian, Venezia

Situado en la plaza de San Marcos desde 1720, esta café fue uno de los primeros del mundo en admitir la entrada de mujeres. Este lugar siempre fue conocido por la irreverencia y el espíritu revolucionario de su dueño: Floriano Francesconi.

  • Central Wien, Viena

Abierto al público desde el año 1876, en la capital austriaca, este icónico establecimiento destaca por su arquitectura, pero también por su historia. Era un importante punto de encuentro de personalidades locales como Freud, Lenin y Trotsky.

  • A Brasileira, Lisboa

Inaugurada en 1905, tiene una innegable tradición histórica, siendo un punto de encuentro obligatorio para todos aquellos que visitan la ciudad. Es conocida por ser la cafetería preferida del poeta Fernando Pessoa, así como también del pintor y escritor Almada Negreiros. Este lugar, situado en pleno Chiado, mantiene la misma decoración desde su inauguración.

Vía:  www.buenosaires.gob.ar/   www.asociacioncafe.com/historia-y-leyendas/

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