Jamás se supo la cifra exacta de muertos y desaparecidos
Hace treinta un años ocurrió una de las inundaciones de mayor magnitud sucedidas en las áreas urbanas en Venezuela, cuando el río El Limón se desbordó por motivos de una inusual creciente motivada a las fuertes lluvias caídas en la parte alta de la montaña entre Ocumare y Maracay.
El 6 de septiembre de 1987, el estado Aragua y en el país entero se estremecieron los venezolanos, con una tragedia natural y humana vivida en esta entidad, la cual afectó a comunidades como Ocumare de la Costa, El Limón y Maracay.
Las intensas y continuas lluvias que cayeron durante varias semanas sobre estas zonas causaron una sobresaturación de los suelos, lo cual provocó el desprendimiento de grandes masas de tierra, vegetación y rocas que se vinieron abajo, varios ríos y quebradas se desbordaron.
Otros, desviados por la mano del hombre, buscaron sus cauces naturales. La construcción indiscriminada, en muchos casos sin planificación adecuada, de viviendas en zonas de alto riesgo como las márgenes y los lechos de ríos se conjugó con el fenómeno natural para producir la tragedia.
Miles de temporadistas quedaron atrapados y aislados en el litoral aragüeño. Barrios enteros fueron barridos por el torrente y cientos de vehículos fueron arrastrados por las aguas y enterrados bajo el barro.
En buques de la Armada fueron trasladadas a Puerto Cabello más de 7 mil personas que se encontraban atrapadas en Ocumare
La naturaleza no obedeció a otra cosa que no fuera su ley. Fue inclemente y generó una espantosa tragedia en la historia de Venezuela. Inundaciones, jamás vistas, dejaron bajo las aguas gran parte de los sectores La Candelaria, El Progreso, Mata Seca, Los Rauseos, Arias Blanco, Valle Verde, Las Mayas, entre otros, transformando estas zonas y el conocido para ese entonces como el Parque Los Apamates, prácticamente en un camposanto.
La temporada de lluvia había sido agresiva en todo el país durante ese año, en especial para las cabeceras de las montañas, lo que finalmente desató una enorme crecida del río El Limón.
Más de cien muertos, 90 desaparecidos, 300 heridos y lesionados y miles de damnificados fue el saldo de la tragedia. Nadie podía creer lo ocurrido, fueron días de llanto, dolor, incertidumbre y miedo. Troncos y rocas gigantes bajaron por la montaña del parque nacional Henri Pittier y arrastraron todo a su paso. La zona recreacional de Guamita, donde se encontraba una de las casas de Juan Vicente Gómez, desapareció totalmente.
Las secuelas fueron devastadoras, pero nunca faltó la solidaridad del venezolano. Bomberos, Protección Civil, ONG, médicos, paramédicos y la comunidad en general abrieron sus brazos para ayudar a levantarse a quien pudo sobrevivir a esta catástrofe.
A treinta años del alud de tierra, la tragedia de El Limón refleja que los hechos ocurridos en El Limón pudieron prevenirse como ahora pueden evitarse otras tragedias en la región.
El rescate de los sobrevivientes en la carretera de Ocumare se hizo por vía aérea
Cronología de una tragedia
Fue el domingo 6 de septiembre de 1987 un día aparentemente normal, donde miles de temporadistas se dirigían por la única carretera que conduce a Ocumare de la Costa en el estado Aragua a disfrutar de un día de playa y sol.
Ese día ocurrió un fenómeno particular, llovió durante seis horas en una pequeña cuenca del río El Limón y precisamente en el trazado de la carretera de Ocumare que está rodeada de montañas.
A eso de la una de la tarde ya la carretera de Ocumare se encontraba abarrotada de temporadistas que regresaban de la playa hacia sus hogares. Una media hora después, un derrumbe trancó la vía y provocó las primeras víctimas.
La intensa cola impidió que los conductores pudieran volver y la fuerte lluvia provocó múltiples derrumbes y deslizamientos que fueron tapiando y lanzando vehículos a los barrancos por toda la carretera.
A las 7:00 de la noche se desencadenó la tragedia en Maracay, el río El Limón arrasó los barrios El Progreso, Mata Seca y gran parte de El Limón.
A las 11:00 de la noche, las aguas alcanzaron La Candelaria y Caña de Azúcar. No fue hasta el otro día cuando se pudo ver la magnitud de la tragedia: más s de ocho kilómetros de carretera llena de vehículos tapiados y destruida.
Gran parte de Maracay quedó bajo las aguas y miles de personas sin casas, atrapadas y -en el peor de los casos- muertas.
La operación de rescate se realizó por mar, tierra y aire. La Armada trasladó a Puerto Cabello a más de siete mil personas que se encontraban atrapadas en las costas de Ocumare con los buques ARV “Los Llanos” y ARV T-64, además de pequeños botes de particulares y lanchas de la Guardia Nacional.
La fuerte lluvia provocó múltiples derrumbes y deslizamientos que fueron tapiando y lanzando vehículos a los barrancos por toda la carretera.
¿Qué paso?
Muchos artículos y estudios fueron hechos en esos años. Y tienen coincidencia en varios factores:
- Lluvias torrenciales que no son normales (algunos dicen que esas lluvias pasan cada 400 años).
- La orografia del Parque Nacional Henri Pittier, con un relieve accidentado y pendientes muy fuertes.
- Árboles grandes, pero con raíces superficiales por causa de la pobreza del suelo.
- Casas, urbanizaciones y vias que fueron levantadas sin respetar el ecosistema y las condiciones geográficas-geológicas-morfológicas del entorno.
- Acumulación de basura en los cauces del río.
- Desvíos de varios sectores del río, que como dicen los más antiguos "el río siempre busca su cauce natural".
- Ausencia de un sistema de drenajes y aguas residuales que evitara que el Río recibiera más agua que lo que su cauce pudiera soportar.
Como ven, varios factores contribuyeron para que una tragedia como esa cobrara tantas vidas, en un número incalculable, generando pérdidas de todo tipo que hasta el día de hoy se sienten.
No se ha avanzado mucho en materia de cultura preventiva desde entonces
Hoy se conmemoran 31 años, muchos han sido los cursos, conversatorios y propuestas sobre lo ocurrido aquel fatídico domingo. Pero al parecer ha sido muy poco el aprendizaje cuando no se le ha dado utilidad a los pluviómetros colocados en la zona.
Cuando en temporadas de lluvia no se cierra la carretera, y cuando la cultura preventiva no se hace presente en la mirada de los turistas, quienes prefieren ver y grabar con sus teléfonos inteligentes la furia de un rio crecido que el resguardar sus vidas, todo estas frases quedaran para la historia y el recuerdo de una frase conocida y a la que literalmente poco hacemos caso. Cuando el rio suena….
Fuente: Elclarinweb.com/exclusiva-el-clarin/
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La Tragedia del Limón de 1987